No era raro que viese la misma película cinco o seis veces en el mismo mes sin ser capaz luego de contar a derechas su argumento, porque, en un instante preciso, una música que subía de volumen, una persecución en la noche, el llanto de una actriz, me emborrachaban, me arrebataban y me arrastraban más allá de la película" (Truffaut 1975)